jueves, 10 de mayo de 2012

Batalla del 5 de Mayo

Fui parte de esa generación que sufrió un sabroso lavado de cerebro durante la época de la primaria. Este cocowash consistía en ver a ciertos personajes de la historia de México como si fueran héroes casí celestiales que eran incapaces de cualquier maldad.

 Pero claro, cuando uno madura o crece (que no es lo mismo), se da cuenta de que son puros mitos.

 Sabemos que Hidalgo tenía hijos, que Morelos no quería perder sus propiedades, que Vicente Guerrero era un sádico con sus enemigos, que Santa Anna creo varias leyes que luego permitieron la Reforma de manera indirecta, que los Niños Héroes no fueron tan héroes y que aparte eran más de seis.

 En fin, que terminamos llegando al famoso 5 de Mayo, que primero fue manejado como el día que las Armas Nacionales se cubrieron de gloria y derrotaron al ejército francés, el mejor de aquella época.
 Claro, eso sirvió para dos cacahuates, ya que al año siguiente, las tropas de Napoleón III regresaron y ahora si barrieron con las tropas mexicanas para llegar a la Ciudad de México e instaurar un gobierno monárquico presidido por Maximiliano de Habsburgo.

Aun así, la batalla del 5 de Mayo fue un ejemplo de táctica y estrategia, y que con algo de suerte, los mexicanos lograron vencer.


La Batalla de Puebla fue un combate librado el 5 de mayo de 1862 en las cercanías de la ciudad de Puebla, entre los ejércitos de la República Mexicana, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, y del Segundo Imperio Francés, dirigido por Charles Ferdinand Latrille, conde de Lorencez, durante la Segunda Intervención Francesa en México, cuyo resultado fue una victoria importante para los mexicanos ya que con unas fuerzas consideradas como inferiores lograron vencer a uno de los ejércitos más experimentados y respetados de su época. Pese a su éxito, la batalla no impidió la invasión del país, sólo la retrasó. Los franceses finalmente regresarían y lograrían avanzar hasta la Ciudad de México, lo que permitió establecer el Segundo Imperio Mexicano.


Prefiero la Segunda Guerra Mundial por muchos motivos, pero especialmente porque las batallas, pese a tener sus bemoles, eran un ejemplo de como dos ejércitos podían pelear, combinando no solo métodos modernos, sino también antiguos.

Sin embargo, la historia tiene batallas igualmente emblemáticas y de altísimo nivel. Desde Cannas hasta Zima, desde los Campos Catalaunicos hasta Waterloo. Aquí empezaré una nueva sección de este blog, dedicado a este tipo de batallas.
 Así que empezamos por una que no ha tenido tanta relevancia para el resto del mundo, pero si para el mexicano promedio: La Batalla de Puebla o del 5 de Mayo.


 Nos ahorramos el larguisimo contexto de porque los franchutes terminaron invadiendo el territorio nacional y vamos a lo bueno.

Mientras España e Inglaterra aceptaban las condiciones que Benito Juárez les daba para pagar la deuda externa, Francia opto por guerrear y así desembarco todas sus tropas en Veracruz. Alrededor de 6,000 franceses dirigidos por el Conde de Lorencez, marchaban rumbo a la ciudad de México, tomando casí la misma ruta que Cortés había trazado casí 300 años antes.

 Esto significaba que luego de pasar por el estado de Veracruz, forzosamente tendrían que pasar por Puebla y de allí a la capital.

 Por tal motivo, se había creado el ejército de Oriente, una fuerza de choque, para bloquear esta ruta natural y repeler a las fuerzas invasoras, que entonces, tenían el honor de ser el mejor ejército del mundo. Tecnicamente, los franceses no habían sido derrotados en al menos 50 años, desde que las Águilas de Napoleón cayeron ante los famosos "cuadros" ingleses del Duque de Wellington en la mítica batalla de Waterloo.

 Entonces, el líder y comandante del ejército de Oriente, era el "mexicano" Ignacio Zaragoza. Tecnicamente Zaragoza hubiera pasado por gringo, ya que nació en una región del país que en 1847 pasaría a ser parte de los EUA.


 Los pleitos entre Zaragoza y Porfirio Díaz, que formaba parte del Ejército de Oriente representando al estado de Oaxaca han sido objeto de estudios y varios chismes. Sin embargo, en esta batalla se vió la mejor cualidad de ambos generales.

 Por un lado, Zaragoza era un táctico estupendo y motivador. En otras palabras, sabía hacer las cosas bien y al momento, mientras que Díaz gustaba improvisar y sabía cuando atacar, lo cual lo hacía un gran estratega.

 Lo primero que vió Zaragoza, al ver sus 4,000 soldados, fue que estos habían sido traídos por la "leva", es decir, no eran voluntarios, sino tropas reclutadas, muchas veces por la fuerza. Por tal motivo, eran inexpertos y bastante inocentes en el campo de batalla.

 Por tal motivo, el general Zaragoza comenzó a foguearlos en batalla, enviando pequeños contingentes para que pelearan contra las tropas de avanzada (la vanguardia de cualquier ejército) del ejército francés. Los resultados fueron bastante buenos, ya que las bajas entre la vanguardia francesa fueron bastante altas, comparadas con las mexicanas.

 Aun así, Lorencez seguía despreciando la fuerza del ejército mexicano, tachandolos de perezosos y desorganizados (cosa que no ha variado con el pasar del tiempo), lo cual le hizo seguir adelante, hacia la capital del estado de Puebla, que para poca sorpresa de muchos, se declaro ciudad abierta, ya que la población era bastante católica y por ente, conservadora y partidaria de un regimen monarquico.

 En fin, que Zaragoza luego de hacer un par de corajes, requiso comida y dinero de los asustados poblanos y decidió presentar batalla a los franceses, aprovechando dos fuertes que estaban a las afueras de la Ciudad: Loreto y Guadalupe.

 Organizó su ejército en 6 brigadas: 2 de artillería y fusileros en los fuertes, 3 de infantería normal en las faldas de los fuertes, mientras una serviría de caballería. Una de las brigadas de infantería, era dirigida por el belicoso Porfirio Díaz, que unos días antes, había estado encerrado en una cárcel poblana por insubordinación.

 Sin embargo, Zaragoza tuvo que extraer al menos una cuarta parte de cada brigada, ya que un ejército conservador se dirigía hacia el mismo sitio, para apoyar a los franceses. Felizmente, la brigada enviada logro barrer con los conservadores mexicanos, pero diezmo en parte el ejército que podía poner Zaragoza contra los al menos 5,000 franceses que se le venían encima.

 Finalmente, los franceses acamparon entre el día 3 y 4 de mayo, cerca de Puebla. Algunos mexicanos que  acompañaban a Lorencez le recomendaron que dejara los fuertes y se concentrara en crear un corredor, justo sobre el Convento del Carmen, una planicie llena de ríos de corto lado, con lo cual rodearía ambos fuertes, para así llegar a la ciudad.

 Sin embargo, la soberbia de Lorencez fue más alla y decidió que tenía que pelear la guerra de forma directa, sin nada de tácticas, para así demostrar el poderio de sus tropas.

 Esto tecnicamente, sento las bases para la derrota del ejército francés, ya que el corredor hubiera sido más beneficioso y la batalla de Puebla se habría pérdido o nunca hubiera existido.

 Como sea, los franceses alinearon varias brigadas de infantería que fueron las primeras en lanzarse a las faldas de los Fuertes y así tomar la plaza, esto durante una nublada mañana, del 5 de mayo de 1862.


Antes de la batalla, Zaragoza arengo a sus tropas diciendo: "Ellos serán los primeros soldados del mundo, pero ustedes, los primeros hijos de México". El efecto del discurso, parece tuvo un fuerte impacto moral sobre los soldados.

 Para sorpresa del general francés, sus tropas fueron repelidas por los disparos y cañonazos del fuerte, lo cual hizo que lanzara en carga a los famosos "zuavos". Tropas de élite, de origen argelino, que habían ganado honores y victorias en la Europa del siglo XIX.

 Sin embargo, las tropas mexicanas, encabezadas por ese famoso batallón de indios mexicanos, los de Zacapoaxtla, lograron repelerlos. Claro, tampoco de manera tan heroica como en la película "Mexicanos al grito de Guerra..", ya que estos, eran apenas 120 soldados y aparte de sus machetes, tenían igual rifles.



 Lorencez viendo que se le iba el triunfo, apreto las tuercas y volvió a lanzar a los zuavos con mayor fuerza. Finalmente, lograron penetrar y llegar casí enfrente de los fuertes, lo cual desato una carnicería bárbara, donde mexicanos y franceses peleaban a punta de bayoneta y disparos a corta distancia. Los franceses nuevamente fueron rechazados y trataron de atrincherarse en una casa cerca de los fuertes, la cual fue recuperada y perdida por los mexicanos en varias ocasiones.

 Lorencez lanzo una última carga, pero justo en eso, un tremendo aguacero se les vino encima a todos, lo cual dificulto terriblemente la movilidad de los zuavos, que pese a todo, habían comenzado a rodear a las brigadas mexicanas. Sin embargo, Porfirio Díaz saco sus dotes de estratega y aprovechando el lodo, movió más rápido a sus tropas, de tal manera que los franceses fueron rodeados por al menos 3 batallones a sus ordenes, lo cual precipito la huída de los franceses.


Viendo el éxito de la maniobra, Díaz inició la persecución con sus tropas de los franceses que se habían quedado y así del resto del ejército. Lorencez, al ver esto, entró en pánico y dio orden de retirada. Primero de manera ordenada hacia una hacienda cercana, pero luego en desbandada total.

 Un telegrama enviado por Zaragoza al presidente Juárez en la tarde del 5 de mayo, sento el precedente: las armas nacionales se habían cubierto de gloria y habían rechazado al poderoso ejército francés, lo cual daría un año más de respiro a la nación mexicana antes de caer definitivamente ante las tropas francesas.

 La batalla del 5 de Mayo ha sido bastante mitificada. Como se ha visto, la victoria no se dio en el campo de batalla por una genialidad o por una táctica brillante. Sencillamente es el día en que todo le salio mal a un lado y todo bien al otro. Si Lorencez hubiera hecho caso, habría podido rodear los fuertes e inclusive al propio ejército de Oriente y salir bien librado de la situación. Inclusive, si la lluvia no hubiera existido, los zuavos habrían avanzado hasta los mismos fuertes y haber trabado una batalla mucho más sangrienta y una victoria pírrica (el saldo final, fueron 400 soldados franceses muertos, contra 250 mexicanos) o inclusive una derrota.

 Aun así, esta batalla vió nacer un personaje que se haría extremadamente popular, como Porfirio Díaz. Lastimosamente, nunca sabremos que tan grande hubiera podido llegar a ser Ignacio Zaragoza, ya que fallecería de tifo en septiembre de ese mismo año.

 Aunque los franceses volvieron a Puebla el siguiente año y esta vez vencieron al ejército de Oriente, esta vez en manos de Jesús González Ortega, sento un precedente y un recuerdo que al menos, en mi infancia, me lleno de orgullo y aun lo sigue haciendo, pese a que bueno, fue un chiripazo, jejeje.

 Saludos a mi princesa :3, así a quienes gustan de las batallas.

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